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Crónica

Por Luisa María Jaramillo Coll

La experiencia vivida en la biblioteca comunitaria Semillas Creativas en el barrio Juan Pablo II.

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Versos para la paz

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Taller infantil en la biblioteca comunitaria Semillas Creativas

Renacer es apropiarse de lo que pertenece, recordar que se puede surgir de entre las cenizas. En el corazón de Ciudad Bolívar se encuentra Juan Pablo II, un lugar recordado por la violencia y la desdicha. Sin embargo, en medio de la melancolía que les envolvía, la comunidad decidió tejer un nuevo relato.

   Todo estaba desocupado, se notaba que hace ya algún tiempo no se recibía ni un alma en aquella biblioteca. Pero en uno de sus espacios se encontraban las lecciones de unos cuantos. En un pequeño tablero se leía “Tutaina tuturuma, tutaina tuturumaina” pues la época navideña está a la vuelta de la esquina. La soledad parecía indicar que dentro de ese pequeño espacio no habría nada que rescatar. Sin embargo, lo daría todo por cambiar su camino.

—La memoria es lo más importante— comenta Luis Velázquez, director de la biblioteca y de la Junta de Acción Comunal de su barrio — Es por eso que en algún momento decidimos apoyar con todo lo que tiene que ver con el fortalecimiento de la cultura de donde vivimos— añade.

Tiene sentido, teniendo en cuenta que con el pasar de los años, la localidad 19 ha sido conocida por ser peligrosa e inhabitable en muchos sectores. Después de hacer un considerable recorrido en el TransmiCable eran notorias las concepciones de hogar que podía tener la gente y era por eso que don Luis se refería a reivindicar y apropiarse de sus saberes y cultura.

   Había que empezar por los niños que, según él, eran los más afectados al ver la situación en las que sus familias se encontraban

—Ellos son los que mueren aquí, por eso intentamos darles una mejor vida— dice.

   Caminar por las calles de aquel lugar daba la sensación de que cosas trágicas habían pasado allí.

    En “La Plazoleta del Sapo”, parque principal del barrio, juegan los niños, pasean a sus perros, y los más osados montan sus patinetas y bicicletas aprovechando las empinadas calles de la montaña. A lo lejos se puede ver la figura de un niño sosteniendo una cometa, parecería que fuese una decoración para contribuir a este embellecimiento del barrio, pero, al verla más de cerca se notan los huecos de múltiples balazos en el pecho y en las piernas.

—Cada cosa aquí tiene su historia, esa figura nos hace recordar que hace unos cuantos años dos de nuestros muchachos fueron abatidos a manos de esos hampones que rodean estas zonas del sector— comenta don Luis —Así es como arreglan las cuentas aquí— añade.

Los hoyos significan las balas, y la cometa la incesante pasión y la lucha por lo sueños. Porque muchos han sido reprimidos de ellos.

   Así como Andrés Ortiz que hace unos años fue abatido en extrañas circunstancias. Todo parece indicar que fue asesinado.

Andrés era perteneciente a la junta de acción comunal del sector Juan Pablo II, y era además uno de los encargados de la Biblioteca “Semillas Creativas”

—Él era nuestro compañero, hacía grandes cosas aquí— dice. —Un día nos llamó su familia a avisarnos que había muerto y al sol de hoy no sabemos cómo.

Para Luis, Andrés era como el hijo que nunca tuvo. Él era trabajador, “echa'o pa' lante, nunca aceptaba rendirse. Era la vívida imagen de que hay que luchar por las cosas que se quieren lograr en la vida.

   Se tejían historias trágicas para la localidad 19, pues Andrés no sería el punto final para tanta violencia. Al contrario, las personas del barrio hicieron todo lo posible para de alguna manera “vengar” su muerte. Que no sirvió de mucho. Porque no iban a lograr revivirlo. Pero su recuerdo viviría por siempre en los corazones de sus compañeros y vecinos.

—Todo lo que hacemos y decimos es por él— dice. —En algún momento está gente pensó en tomarse la justicia por sus propias manos, había protestas aquí en la plaza y gritaban, pero realmente lo importante siempre será recordarlo.

Embellecer el nombre de su barrio era una tarea complicada, pero lo era más transformar la imagen de las calles y generar sentido de pertenencia en las personas.

—Hace mucho tiempo esperamos que esto se vea bien— comenta. —Ya es necesario que deje de haber estragos de tanta violencia y soledad— agrega.

Cuenta Luis, que hace unos cuantos años la basura ocupaba el lugar del césped en los andenes y en los jardines de las casas. La infraestructura de muchas casas estaba dañada.

—¿Qué persona en su sano juicio querría vivir en un lugar lleno de basura y escombros? — pregunta. —Pues claro que nadie, aquí nos sentimos abandonados, nada nos llega y las cosas que llegan se destinan a cosas “más importantes”.

Muchas veces se ha cuestionado acerca de su labor allí, ¿Cuál sería su propósito al vivir en lugar como ese? Tal vez ese proceso de apropiación cultural comenzaba en él. Juan Pablo II se convertiría para el en un lugar para explotar todo su conocimiento y llevarlo a quienes más lo necesitan.

   Así surge “Semillas Creativas” de la mano de un sueño de convertir el conocimiento en algo que podemos tener todos para poder compartirlo de manera colectiva, y que se convierta en un mantra que de por vida esté escrito en las paredes de los lugares que se frecuentan.

—Creo que por eso existen los libros— dice. —Fueron creados por personas que necesitaban dar algo de ellas mismas, muchos con suerte lo logran— añade.

Y en ese lugar húmedo y frío, los libros hacían una manta que convertiría cualquier síntoma de melancolía en aires de paz y armonía. La cultura pasó a formar parte del ajetreado día de los habitantes de la localidad porque ahora todos ponían su granito de arena para construir un mejor ambiente del estereotipo que se tiene en los demás sectores de Bogotá

—Aquí plantamos, ahorita estamos arreglando el jardín, porque no todo es violencia— comenta. —A veces hay que parar y preocuparse por la imagen que uno tiene, aquí los que vienen a “turistear” están prevenidos y eso lo hemos causado nosotros mismos— agrega.

Es por eso que a partir de hace algunos años se ha tomado la iniciativa de fomentar la partcipación ciudadana en el desarrollo de la cultura y consumar esa manta que los cubre de la estigmatización y mantiene viva la esperanza de que todo puede cambiar.

"Y en ese lugar húmedo y frío, los libros hacían una manta que convertiría cualquier síntoma de melancolía en aires de paz y armonía".

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